martes, 15 de enero de 2008

LA NOTA DE HOY: ITALO SVEVO

“La conciencia de Zeno” de Italo Svevo

Por Olga Starzak

Ettore Schmitz o Italo Svevo (1861), o Zeno Cosini. Una tríada que da origen a “La conciencia de Zeno”, una novela concebida bajo la influencia de la psicología de Freud en el autor/protagonista, y de la que deriva una creación innovadora en el mundo de la literatura universal del siglo XX. Una novela que pretende analizar la vida desde la muerte, las luchas internas, la enfermedad y la resignación.

Los lazos entre el autor Italo Svevo y el protagonista Zeno Cosini atravesarán toda la obra, dejándonos la permanente inquietud de recorrer la ficha autobiográfica del escritor para sonsacar los detalles más escondidos de su vida tranquila en Trieste, como empleado de una banca, pugnando constantemente entre dedicar sus días al trabajo o a su gran pasión literaria. Mientras tanto él buscará consuelo en la música y encontrará en el violín el instrumento que lo aleje de sus sueños insurrectos.
Escribe antes “Una Vida” y “Senilidad” que fracasarán en manos de la crítica, agobiándolo hasta el casi abandono de su vocación cuando, como alumno de inglés del escritor irlandés James Joyce, comparte con este sus escritos y motivado por sus apreciaciones, renueva su valor y escribe “La conciencia de Zeno”. Y es de manos del eximio escritor que descubre su talento y que la novela recorrerá el mundo; y lo trascenderá.
“La conciencia de Zeno” tendrá que esperar a que su autor fallezca (1928), víctima de un accidente automovilístico, para consagrarse como su obra maestra, y una de las más destacadas de la literatura occidental.
Italo Svevo, como Zeno y otros personajes de su creación, es un hombre sobrio, opaco y silencioso; muchas veces abatido, también simpático y comprensivo; irónico pero realista. Busca, incesante, el sacrificio: al no permitirse -por largo tiempo- escribir, al no permitirse soñar, dudar, fumar... Convive con una doble identidad, pero esta doble identidad no está absolutamente dada por su seudónimo como escritor, sino por las que va dejando a través de sus personajes, siempre de corte autobiográfico.
El protagonista de “La conciencia...” es un hombre que recurre a la terapia psicoanalítica para indagar en su interior. Acude a ella en ese desafío diario que tiene con sí mismo para encontrar el equilibrio emocional. Y lo va a demostrar a través de todo su relato con actitudes como la culpa ante la imposibilidad de deshacerse de su adicción, el engaño a su mujer, los celos obsesivos, el acompañamiento al padre en el lecho de muerte, la fidelidad a su amigo/enemigo Guido, la búsqueda del bienestar por medio de los juegos de azar, la necesidad de ser bondadoso siempre y de ser querido por todos. Así, invitado por el Doctor S., comienza a escribir su historia, acción que abandonará cuando nos haya dejado como legado esta trascendental realización.

Zeno es inteligente y romántico; también es dependiente, inseguro, sentimental y autocrítico. Pero, muy especialmente, tiene características del orden de las obsesivas, acentuadas –quizás- por la prematura desaparición del hermano de su creador, con quien éste había mantenido una relación muy estrecha. Tiene de la amistad un sentido amplio y fiel; se resigna ante las vicisitudes de la vida; le es fácil encontrar justificaciones para los actos con los que no asiente, pero a la vez evidencia una profunda sensibilidad.

Recorriendo la vida de Svevo es como podemos entender aspectos significativos de la personalidad de Cosini. El autor dice: “Cuando todos comprendan con la claridad con que yo lo hago, todos escribirán. La vida será literaturizada. La mitad de la humanidad se dedicará a leer y estudiar lo que la otra mitad de la humanidad habrá leído”. Y aquí es necesario destacar la influencia que Arthur Schopenhauer ejerce sobre sus escritos, desde el consabido espíritu de renunciación del autor alemán hasta su pesimismo y su sentido sobre la existencia humana. Ambos son hijos de comerciantes, aman el inglés, se impresionan con la enfermedad, la vejez, el dolor y la muerte. Ambos fracasan en sus primeros intentos editoriales, ambos escriben una obra para un tiempo sin tiempo.
Schopenhauer no podía saber que la psicología sufriría una revolución con los descubrimientos de un tal Sigmund Freud. Mucho menos que éste se inspiraría en sus ideas y que tomaría las experiencias oníricas como relevantes para el análisis de la conducta humana; sin embargo, es a partir de un sueño premonitorio que el filósofo decide migrar a Francfort y se salva de ser una víctima más del cólera que azota Berlín. Para él el mundo era sueño, la voluntad la única fuerza cósmica... El hombre sólo podía liberarse del sufrimiento mediante la muerte (aunque de una manera ilusoria porque volvería a ser hombre), o bien aniquilando su voluntad. Admiraba a místicos y ascetas. Creía que “la conmiseración es un hecho innegable de la conciencia humana”, pero no supuso –o tal vez sí- la ascendencia de sus pensamientos en cientos de seguidores: otros filósofos, científicos, literatos, críticos y analistas. Así lo sintió Svevo que -estudioso de la teoría psicoanalítica- sabría, aunque se resistiera a creerlo, que en los sueños estaba la respuesta a las muchas preguntas que acosaban su vida.

Svevo tuvo una hija, Letizia. En su lecho de muerte, despojado de todo sentimentalismo la instó a no llorar porque “morir no era nada” (otra coincidencia con Schopenhauer). Pero hasta ese mismo momento fue víctima de su obsesiva adicción, que hace historia y tema central en la primera parte de su obra: el cigarrillo. Y en las horas finales pide al médico que lo asiste que le permita fumar, diciéndole, como en un intento último por convencerse y convencerlo, que “será realmente el último”.

En su novela póstuma “Corto viaje sentimental”, desconocida para los lectores de habla hispana, Svevo hace referencia nuevamente a los sueños. En esta ocasión, a los sueños del protagonista. Y esta vez es el mismo sueño el que se torna protagonista. Dice “...el sueño es como una secuela de relámpagos y para volverlo acontecimiento es necesario que el relámpago se torne luz permanente y sea reconstruido también cuando no se ve porque no está iluminado. En fin, el recuerdo del sueño no es nunca el sueño mismo. Es como polvo que se atrapa”.
Es innegable su preocupación por los aspectos existenciales.

Por suerte -he de destacar- la misoginia de Schopenhauer no aparece en la vida de Svevo; muy por el contrario, admira a las mujeres, las desea y las idolatra. Tanto que Zeno es preso de las culpas ante la infidelidad, pero no puede prescindir de seducir a varias a la vez, buscando siempre mantenerlas enamoradas; y sin saber nunca a cuál en verdad ama, aunque quiera convencerse de que es a la mujer que eligió para conformar una familia, la que la sociedad burguesa espera para un solterón inseguro, deprimido y anímicamente inestable.
Y para concluir con este paralelismo casi obligado entre Schopenhauer y Svevo, es necesario recordar que el primero menciona –casi con brutalidad- que hay dos clases de literatura, una permanente y otra pasajera, y Svevo así lo corrobora con su obra “La conciencia de Zeno”.

Zeno, Italo y Ettore experimentaron la lozanía de la juventud, sufrieron en sus entrañas el sabor amargo del fracaso, vivieron luchando contra la vida. Envejecieron, a pesar de todo. Y ambos, por razones diferentes, buscaron en la escritura la forma más acabada de expresar su sentir.

Su relevancia en el mundo de las letras derivó en lo que se ha dado en llamar “El triángulo de la novela de este siglo”, haciendo referencia a tres obras que por innovadoras serán inmortalizadas, tres producciones cuyos protagonistas –quién sabe por qué- son judíos, tres creaciones revolucionarias que se destacan por esa búsqueda casi desesperada del ser hacia el ser mismo, con una asociación de ideas y sentimientos que carece de toda estructura. En todas ellas los recuerdos oníricos cobran relevancia. Son “En busca del tiempo perdido” de Marcel Proust, “Ulises” de James Joyce” y “La conciencia de Zeno” de Italo Svevo”.
Nada más y nada menos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me parece un artículo sumamente enredado. Se titula "La Conciencia de Zeno" de Italo Svevo, pero, en realidad se termina haciendo un pararlelo entre el autor del libro y Schopenhauer bastante escueto, y falto de significado. Los pocos comentarios referentes al libro son de la misma manera confusos. Lastimosamente el entramado argumentativo de ese escrito abre campo para la confusión.

Javier Andrade dijo...

Si bien creo que el artículo no necesita defensores -bien leído, se sustenta a sí mismo- creo que la crítica anónima merece algún comentario. Es probable que el amigo "invisible" haya buscado alguna información sobre Svevo y no la encontró en este post, lo cual lo llevó a descargar su contrariedad momentánea(al fin y y al cabo, todos podemos tener un mal día). Mi impresión es que la autora, después de leer "La conciencia de Zeno" simplemente sintió deseos de expresar lo que le había despertado la obra, y terminó relacionándola con aspectos de la vida del escritor. En ese contexto señaló la influencia de Schopenhauer, aunque también marcó las diferencias y matices entre uno y otro. Se podrá estar o no de acuerdo con los conceptos vertidos, pero de ahí a sostener que sean "confusos" o que "abren campo a la confusión", sólo parecen revelar que el comentarista está un tanto "confundido" (dicho con todo afecto).

Anónimo dijo...

Creeme que lamento que te parezca lastimoso y enredado mi artículo...o que te dificulte su compresnión. Quizás mi admiración por Svevo y la excelencia de su novela cumbre me han hecho constribuir a ese sentir; si es así pido disculpas. Me gustaría poder llamarte por tu nombre, y así discutir, desde otro lugar (porque ya veo que a ambos nos interesa la "alta literatura") si no te parecen significativos todos los puntos en común que han atravesado, aún en diferentes épocas y espacios, la vida de estas dos celebridades.
Creo que es indiscutible la influencia que Schopenhaur ha tenido sobre la vida y obra de Italo Svevo. ¡Claro que no ha sido el único que influyó profundamente en él! Como también es indiscutible la similitud del perfil psicológico de Zeno Cosini y su creador.
En cuanto a los comentarios referentes precisamente a La Conciencia de Zeno, estoy a tu disposición para aclararte todo aquello que me comentás, y también te provoca confusión.
Olga Starzak